viernes, 6 de noviembre de 2009




No hay periodismo, hay periodistas

Por Carlos Ares *


Breves citas históricas

(…) “el número de Gacetas que hayan de imprimirse sea muy escaso, de lo que resulte que siendo su número muy corto podrán extenderse menos, tanto en lo interior de nuestras provincias como fuera de ellas, no debiéndose dar cuidado alguno al gobierno que nuestros enemigos repitan y contradigan en sus periódicos lo contrario (Mariano Moreno, “Plan de operaciones “de la Primera Junta) y agrega: “no se permitirá la circulación de ningún periódico crítico al gobierno”
(…) “como la prensa argentina estaba llena de informes sobre malones indios, en los que se mataba o secuestraba a colonos blancos, no es sorprendente que la mayoría de los intelectuales argentinos, liberales y nacionalistas por igual, viesen con aprobación tácita o expresa la guerra al indio…” Nicolás Shumway – La Invención de la Argentina – historia

Si bien se leen, las citas demuestran lo evidente: desde el origen, por naturaleza, por instinto, por razones anteriores a la razón, el hombre habla para hacer oír sus intereses o necesidades, su voluntad de poder.
Quiere poder. Poder ¿qué? Controlar, dirigir, acumular, mandar, doblegar, ganar, ganar, ganar. ¿Qué? Todo lo que se pueda: dinero, prestigio, tiempo, bienes, elogios, respeto, medallas, copas, trofeos, distinciones al mérito, títulos honoris causa, cargos. Es el animal feroz en su versión civilizada, que sale a marcar el territorio.
Nadie resiste vivir y morir sin que los demás se enteren. La mirada de los otros es la que confirma quien es y quien no. Es esa mirada la que hoy se sale a buscar, por las redes sociales de Internet, por la tevé, por los medios tradicionales. La frase esta hecha: si no estás, no existís
Todos quieren, queremos, ser vistos y oídos. Para eso se piensa, se escribe, y se habla.
Por eso este texto. ¿Qué sentido tendría pensar, escribir y guardar o tirar?
 El llamado periodismo, informa. No intenta la “comunicación” tal como se entiende habitualmente: como un intercambio que permite incorporar algún saber de los otros. Cuando este texto se escribe o se dice, se hace con la ambición de que sea leído o escuchado por un medio abierto al interés, casual o no, de cualquiera. Esa intención de “hacer saber” es manifiesta. Aún cuando se presente enmascarado por la forma de lo que llamamos “público”. O, aún cuando su propiedad sea cooperativa y sin fines de lucro, en definitiva la administración, redacción y edición, estarán sujetas por las riendas siempre en pocas manos, privadas de control.
En definitiva,  no hay ley que obligue a nadie a declarar contra sí mismo, pero sí formas de extorsión,- económica, política, física – que haga a otros hablar o escribir a favor de uno. Si se lee ese diario llamado El Argentino, por ejemplo, que regalan en algunas esquinas de la ciudad o a la salida de los subtes, no hay que ser demasiado avispado para darse cuenta de que, detrás del antifaz, hay un mercenario del gobierno pagando los gastos y salarios con una caja negra de fondos públicos producto de la recaudación de impuestos. Por lo tanto El Argentino, regalado, es carísimo.
Y si aún comprando en el quiosco, se lee Clarín, por estos días podrá verse cómo los futuros viudos de la libertad de expresión, de la que gozaban sólo ellos,  contraatacan desde su trinchera contra el proyecto de ley que pretende reducirles su fabuloso negocio. Es decir que, ni pagando se consigue información libre de sospecha.
Breve, entonces, y sencilla la conclusión: no hay periodismo independiente, no hay medios buenos y medios malos, hay – como en todo – gente decente, gente con más coraje, gente que se la banca, gente que entiende la profesión como un servicio y no como una escalera para llegar a… ¿la fama?, el ¿poder? , a ser un ¿Haddad?, una viuda de…, un ¿Longobardi?, un ¿Feinmann?, a salir ¿en la tele?, en la ¿fotito del diario?
Es lo que tiene de bueno este oficio: que a la hora de la verdad te deja siempre a solas con tu conciencia, con la que vas a tener que convivir toda la vida. Será ella la que te recuerde que no te metes con tal o cual porque te paga los avisos de tu programa o revista. Será ella la que te recuerde que no decís tal o cual cosa porque tenés miedo de perder el puestito o porque te sacan la cámara o la firma en la nota, porque te apretaron o, peor todavía, porque vos pensás todo lo contrario a lo que dice tal o cual y lo censurás o le prohibís aparecer en tu medio, sea un diario, una revista, un programa de radio o una página web.
No hay periodismo, hay periodistas.
Personas, decentes, dignas, orgullosas. O no. Como en todo, como cada día, es uno y su conciencia, siempre. Es uno el que decide, no hay excusas. Salvo que uno haga trampas cuando juega al solitario.

* Columnista invitado :Fue director de la revista cultural La Maga y es Codirector de la escuela de periodismo TEA. Actualmente  es el  director del Programa Puertas del Bicentenario de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

No hay comentarios:

Publicar un comentario